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Libreta Segunda. Pág. 177 - Obra No. 117
Con una Estancia bromea, elogia y
agradece al artistista y a los donantes de
la empanada que disfrutaron ese día.

De la Vidriera al Horno

Recitada en los jardines de la cervecería La Tropical,
con motivo de una gira celebrada por los empleados
de la tienda "La Filosofía", y en homenaje a mi dilecto
 amigo Eudaldo Farré, vidrierista de dicha tienda.


¡Salud! ¡Salud!
¡Salud al inventor de la empanada!
¿Qué genio tutelar le habrá inspirado?
¿Qué musa, qué deidad le habrá besado
la frente inmaculada?
Porque habéis de saber ¡oh, compañeros!
que no salen de todos los tinteros
ideas como ésta.

Vosotros, que habéis ya paladeado
tan sabroso bocado,
tenéis que darme al punto una respuesta.
Decidme, ¿quién ha sido
el felice mortal que ha despedido
chispazo tan genial?
Mas, dije mal, mortal lo he apellidado,
y estoy equivocado;
que no puede morir: ¡es inmortal!

Me ha ordenado la diosa Poesía
que a su usanza le dé sus parabienes,
y que deje caer sobre sus sienes
áurea corona que por mi le envía.
Me lo ha ordenado así, y aquí me tienen
ustedes tan perplejo,
que no sé, francamente,
en qué oreja y qué frente
pongo el recado y la corona dejo.

Decídmelo vosotros, compañeros,
si no ignoráis su nombre.
¿ No lo sabéis? Pues, habla tú, boscaje;
que lo diga el cordaje
de tu lira salvaje y prodigiosa;
y el nombre majestuoso repitiendo,
pueda este bardo al fin, la orden cumpliendo,
calmar las ansias de la excelsa diosa.
Contesta, bosque umbrío;
dime; dime; ¿quién fue?
Que respondan las arpas de tu río.
-¡ Farré! ¡ Farré!  ¡ Farré!
¡Cómo! ¿Tú, vidrierista?
¿ Tú, consumado artista?

Desde hoy te admiro más; más porque raya
tu humildad en divina.
¡ Señores!  ¡ Quién dijera
que este artista genial de la vidriera
descendiera al fogón y a la cocina!
Mas, no; no has descendido;
que el oficio más vil, aquel más bajo,
si es con amor cumplido,
no puede ser trabajo:
es arte... ¡ y muy subido!

No os cause, pues, bochorno,
aunque de ello la gente se riera,
olvidar un instante la vidriera
para estar unas horas junto al horno.
Además, que ya tienes  olvidado,
por lo puro sabido,
que el que en una vidriera está metido,
está igual que en el horno: ¡ achicharrado!

Por eso, en lo adelante... ¡ sé sincero!
Mirando lo que sudas con el arte,
lo mismo habrá de darte
te llamen vidrierista o cocinero.

¿ No es así? Pues, amigos; tributemos
con la recta justicia que debemos,
y que sea sonada,
¡honor!  ¡ loor!...
¡que aplaquen el calor
del inventor de la empanada!
¡honor!  ¡ loor!...
¡ que aplaquen el calor
del inventor de la empanada!

Escuchad un momento:
¿No observásteis el raro condimento
(que más que condimento fue un portento)
que tenía la empanada?
¡ Mucho más que portento eran hechizos!
Pues se debe a una lata de chorizos
por Pérez regalada.

Otra cosa advertiros necesito:
y es que nuestro amiguito;
el bueno de García,
nos ha dado además de la cerveza,
vapor desde los piés a la cabeza...
¡pero también contento y alegría!

Para Farré, por mente iluminada;
para Pérez, por tanta gentileza;
para García, que nos dio cerveza...
para los tres...¡ os pido una palmada!

José A. del Valle
3/10/1943