Cuba querida!

Si de mi vida
la bella aurora
recuerdo ahora
con más placer,
y sueño, a veces,
que me adormeces
bajo tu cielo,
es porque anhelo
volverte a ver.

De tus riberas,
de tus palmeras
dame el murmullo.
Denme su arrullo
tu brisa y mar;
y tus cascadas,
tus alboradas,
la poesía
de su armonía
para soñar.

¡Soñar contigo
bajo tu abrigo!
¡Soñar que sueño
sueño alagüeño
bajo tu sol!
Tu sol, que es arte:
porque al besarte,
da a tu mejilla
la maravilla
de su arrebol.

¡Soñar! Soñemos,
alma. Podemos
el arte darnos
de remontarnos
a la región
en donde en vano
querrá el tirano
tronchar con balas
las áureas alas
del corazón.

Entra en la sombra
o la penumbra
que nos ofrece
para el buen cese
de nuestro afán,
la llamarada
recolorada,
recreativa
e inofensiva
de un flambollán

Árbol risueño:
para mi sueño
préstame flores;
dale colores
a mi ilusión.
Tiñe de grana,
cual la mañana
tiñe el Oriente
lo que presiente
mi corazón

¡Cuba! Si lloras;
si triste imploras
al santo cielo
te dé el consuelo
que da su luz;
si, como he visto,
cual otro Cristo
vives clamando
y agonizando
fija en tu cruz,

no temas nada,
madre preciada,
que ya he vivido
lo que ha intuido
mi corazón:
Ora y espera
que Primavera
abra la rosa
de tu gloriosa
resurrección

José A. del Valle

San Juan de Pto. Rico,
25 de Julio de 1970
Fiesta de Santiago Apóstol.