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Libreta 3a.  Págs.310-312 Obra No. 272 - 
En sentidas y elocuentes Décimas
 canta a Cuba, consolándola.


En el Altar del Alma


¡Cuba querida! Al nombrarte,
surges en mi fantasía
con aquella tu alegría
que fue tu vida y tu arte.
Cuando pretendo mirarte
tal cual hoy vives y estás,
vuela el pensamiento atrás,
y remontando el pasado,
te veo en aquel estado
feliz...¡al que volverás!

Tus hijos, aunque sabemos
de tu pena y tu dolor,
a tu nombre evocador,
la Cuba de antaño vemos.
Ver tu presente queremos
ansiando enjugar tu llanto
y dar fin a tu quebranto,
y surges en nuestra mente
jubilosa, sonriente;
plena de dicha y de encanto.

Es que...¿se puede creer
que tu paz y tu alegría;
tu música y poesía,
se puedan, Cuba, perder?
No: que ver el sol caer
por los lindes del Poniente
no dice que eternamente
vamos a estar sin el sol:
serán él y su arrebol,
gala, mañana de Oriente.

Podrá la noche eclipsar
la belleza del paisaje
y bajo su negro traje
todo en la sombra quedar.
Podrá el invierno tronchar
todo con su mano artera;
que de idéntica manera
que sigue a la noche el día,
¡recobrarás tu alegría!
¡Volverá tu primavera.

En nuestras almas estás
aún alegre y sonriente.
¡Por eso precisamente
no habrás de morir jamás!
No importa que Satanás
por sus colaboradores,
de nuestras vidas las flores
tronchen con gélida calma:
¡jamás el altar del alma
lo tocaron los traidores!

Y en él estás, Cuba amada,
en Jesucristo confiando,
y al propio tiempo esperando,
en su pecho reclinada,
que suene de tu alborada,
el puntual quiquiriquí
que, despertando a Martí,
ponga en fuga a los traidores,
y vuelvas a ser albores
de San Antonio a Maisí.

José A. del Valle

Paterson 15 de Enero de 1964

Escrita para ser recitada en el Palm Garden
de N. York, la tarde del 19 de Enero de 1964.