Compatriotas: este honor
de otorgarme una medalla
porque en décimas guajiras
canté de la ausente patria
a más de algunas bellezas,
su tristeza y su esperanza...
este honor, hermanos míos,
por el que con toda el alma
y en este pobre romance
os estoy dando las gracias...
este honor, en los altares
de la Virgen y la patria
lo pongo espiritualmente,
a manera de plegaria.
En el del Cobre, postrado,
pidiendo a la Virgen Santa
nos alcance de su Hijo
la inconmensurable gracia
de que la paz, la justicia
y el amor, luces de un alba
de espiritual regocijo
y de fraternal alianza,
vuelvan a alumbrar la senda
de la familia cubana.
En el de la patria, erguido
y diciendo: Cuba amada:
esa canción que el guajiro,
mientras el Cauto bordeaba
sobre su yegua rosilla,
con campesina tonada
iba lanzando a los aires,
más que un canto a tu desgracia,
es respuesta de la Virgen
a su angustia y su plegaria.
Es una canción aurora;
una canción esperanza;
una canción, Cuba mía,
que igual que el gallo que canta,
nos anuncia alegremente
que viene apuntando el alba.

Compatriotas que conmigo
habéis logrado la palma
en esta lid amorosa
de homenajear a la patria;
estos honores y halagos
que nos confiere esta casa
que, por ser la Casa Cuba,
es de nuestra Cuba estampa...
Esos aplausos sinceros
y estas preciadas medallas,
si queréis que nunca pasen
(pues todo en la vida pasa)
pongámoslos, reverentes,
a modo de acción de gracias,
sobre los santos altares
de la Virgen y la patria.

José A. del Valle

San Juan de Puerto Rico, 20 de Mayo de 1969