Versos a mi Felita  Pág. 12  Obra No. 626
Silva en la que compara su vida a un río;
de joven impetuoso y al final de su vida
sereno y en el que se refleja el cielo.

En  Él  Estoy


La fuente de este río de mi vida
¡qué lejos está ya!
Setenta y ocho abriles ha que corren
de la otra vida hacia el tranquilo mar
las misteriosas aguas de las horas
que arrastrándome van.
Inútil fue bogar contra la marcha
dinámica y fugaz
de las pujantes e impetuosas ondas
en los mejores años de mi edad
buscando algún remanso; algún remanso
de quietud y de paz.
No vi que de esas cúspides que fueron
mi infancia, pubertad
y mi briosa juventud, bajaba
hecho rabión el rápido raudal.
Y, ya veis; hoy, lo que mis años mozos
no pudieron lograr,
lo han logrado los mansos y serenos
de la longevidad.
Es que dejó de deslizarse el río
por un terreno agreste y montaraz
y entró en el valle plácido y sereno
de la serenidad.
Y voy solo en mi barca porque Fela
no me acompaña ya.
La llamaron un día desde el cielo,
y no sólo se fue sin protestar;
se marchó sonriendo; sonriendo
y desbordante de esperanza y paz
Muchos al verme solo en mi barquilla
me compadecerán
porque piensan que el alma me la abruma
tan honda soledad.
Es que no saben que al bajar mi frente
y el célico dictamen acatar,
en las tranquilas aguas de mi río
veo que el cielo está;
y si el cielo está en ellas, yo no puedo
fuera del cielo estar
porque esas aguas son las de mi vida.
En él viviendo estoy en realidad,
y gozoso exclamando: ¡Gracias, Cristo,
por inundarme el alma de tu paz!

José Andrés del Valle