El  Rosario  de  mi  Felita

El Rosario cuyas cuentas son de pétalos de rosa
y que usaba mi Felita
cuando juntos a la Virgen le rezábamos los dos,
si en el plácido silencio y en la paz de mi casita
en mis manos lo levanto para darme a la oración,
me imagino que Felita viene a hacerme compañía
y  a prestarle a mi plegaria la sublime poesía
que en la paz de nuestra alcoba su presencia le prestó

Como a todos los rosarios, lo remata un crucifijo;
y al guardarlo en su cajita
el perfume de las cuentas de manera persistente
va calándome la mente
con la luz maravillosa de esta célica ilusión:
que una de esas bellas cuentas es el alma de Felita
que en la calma de mi estancia
generosa y amorosa desparrama su fragancia
a los pies del Redentor.

Y le digo a Jesucristo, de mi asombro bajo el peso,
no sin antes darle un beso
y teniendo ya en la mano de la caja la tapita
porque el rezo terminé:
quiero ser, cuando me muera, como lo es mi mujercita,
otra cuenta perfumada de este místico rosario;
quiero ser otro incensario
y estar siempre junto a ella; junto a ella...¡y a tus pies!

José A. del Valle