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Épicas y Místicas Pág. 107
Obra No. 42 - Trova Amorosa

Fela del Corazón, Novia Querida!

¡Fela del corazón! ¡Novia querida!
Cuando el amor nos hiere, la honda herida
se torna en fuente de amoroso canto;
y éste mi humilde, es cariñoso arrullo
de éste mi corazón que es todo tuyo;
que tanto te ama; que te quiere tanto.

Escucha, pues, mi trova, Fela mía;
en ella no hallarás la poesía
con que canta el poeta su dolor;
sólo hallarás en su amoroso acento,
mi dicha, mi ventura, mi contento,
mi ternura, mis ansias y mi amor.

Quiso hacer Natura en tí
de sus galas un compendio,
y las guedejas del sol
tomó para tus cabellos;
al mar le robó sus perlas,
para tus dientes pequeños;
para tus mejillas, Fela,
pidió a las flores sus bellos
y delicados colores;
el nácar para tus sueños
corrió a pedirlo a la aurora,
y ésta entregóselo presto.
Pidió a la palma cubana
la esbeltez para tu cuerpo,
y el misterio de tus ojos
lo tomó de los misterios
que guarda avaro y callado
en sus regios aposentos
este palacio eternal
y augusto del universo.
Y no conforme, mujer,
con todos estos portentos,
subió al Empíreo, y a Dios
le pidió para tu cuerpo
un alma diáfana y pura
cual la del más puro y bello
de los arcángeles almos
que pueblan su santo Reino.
Al pensar que soy, mi Fela,
de tus tesoros el dueño;
al guardar tierno y celoso
en el cofre de mi pecho
las joyas imponderables
de tu alma y de tu cuerpo,
las cuido con tales ansias,
con un cariño tan tierno,
que de mis ávidos ojos,
de ventura y de contento,
ruedan dos lágrimas puras
que, evaporándose luego,
suben ligeras y humildes
hasta el solio del Eterno
para poner a sus plantas
de mi gratitud el verso.

José A. del Valle