Tus Santas Bendiciones

¡Gracias, Señor! Por la mujer piadosa,
humilde y hacendosa
con que colmaste de ilusión mi vida
dándomela un buen día por esposa.
¡Gracias, Señor! Mantuve el alma unida
con la suya cincuenta primaveras,
y fue esta unión, porque tu amor lo quiso,
bendito paraiso.
¡Es que tiene que ser lo que Tú quieras!

¡Que se cumpla en nosotros lo que digas!
Decimos, buen Jesús, los que te amamos,
porque muy bien sabemos
que lo que aquí suframos o gocemos
no puede descender hasta nosotros
sin que Tú lo bendigas.

Bendijiste la unión del alma mía
con la humilde y prudente de mi esposa,
y fue tu bendición nuestra alegría.
Hoy, que sin ella estoy porque quisiste
premiarle con tu célica presencia
su callada labor de esposa y madre...
¡hágase en mí, Señor, lo que te cuadre!
Yo bendigo su ausencia
puesto que Tú también la bendijiste.

¡Gracias, Señor! Tus santas bendiciones
fuente son a mi alma de tus dones.
Y ¡gracias! otra vez porque me diste
una santa esperanza que asegura
que habrás de bendecirme en mi partida,
para que a mí y a mi Felita amada
en una eterna célica alborada
nos transformes la vida.

José A. del Valle
Miami, 6 de Julio de 1982