Libreta 10a. Pág. 102 – Obra No. 1053
“Difícilmente perderá la tinaja el aroma
del primer vino que la ocupó”
Horacio.
Un Niño es una Tinaja...
“Difícilmente perderá la tinaja el aroma
del primer vino que la ocupó”
Horacio.
Un niño es una tinaja
y la escuela el tinajero.
Una tinaja en que nunca
han echado nada dentro.
Por muchas y poderosas
razones, los alfareros
desean que el primer vino
lo vierta en ella el maestro.
Aquel en que por fortuna
caí en sus manos, fue bueno;
¡por lo que siento deleite
cada vez que lo recuerdo!
El de católica fe;
¡de ése fue el vino primero
que con amorosa mano
me rebosó mi maestro!
Como tuve con los años,
que salir del tinajero,
otros vinos infernales
me fueron cayendo dentro,
hasta un día en que me dije:
¡No más vinos del infierno!
Supe ante Dios inclinarme,
y al fin... ¡deshacerme de ellos!
No hay duda en que el ser humano
es dualidad de alma y cuerpo.
Ante realidad tan clara,
todos sobreentenderemos
que la tinaja es el alma
que todos llevamos dentro.
Pues mi tinaja, a pesar
de los años que corrieran
desde que en ella aquel vino
de exquisiteces de cielo
que con paternal cariño
supo verter mi maestro,
conserva en él el aroma
tan persistente e intenso,
que de aquellos otros vinos
no ha quedado... ¡ni el recuerdo!
Del primer vino el aroma
hecho oración te lo ofrezco,
mi Dios, y en ella te pido
con hondo agradecimiento,
que vida feliz y eterna
le otorgues a mi maestro.
José A. del Valle
Miami, 26 de junio de 1986
y la escuela el tinajero.
Una tinaja en que nunca
han echado nada dentro.
Por muchas y poderosas
razones, los alfareros
desean que el primer vino
lo vierta en ella el maestro.
Aquel en que por fortuna
caí en sus manos, fue bueno;
¡por lo que siento deleite
cada vez que lo recuerdo!
El de católica fe;
¡de ése fue el vino primero
que con amorosa mano
me rebosó mi maestro!
Como tuve con los años,
que salir del tinajero,
otros vinos infernales
me fueron cayendo dentro,
hasta un día en que me dije:
¡No más vinos del infierno!
Supe ante Dios inclinarme,
y al fin... ¡deshacerme de ellos!
No hay duda en que el ser humano
es dualidad de alma y cuerpo.
Ante realidad tan clara,
todos sobreentenderemos
que la tinaja es el alma
que todos llevamos dentro.
Pues mi tinaja, a pesar
de los años que corrieran
desde que en ella aquel vino
de exquisiteces de cielo
que con paternal cariño
supo verter mi maestro,
conserva en él el aroma
tan persistente e intenso,
que de aquellos otros vinos
no ha quedado... ¡ni el recuerdo!
Del primer vino el aroma
hecho oración te lo ofrezco,
mi Dios, y en ella te pido
con hondo agradecimiento,
que vida feliz y eterna
le otorgues a mi maestro.
José A. del Valle
Miami, 26 de junio de 1986
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