¿Ley de la Muerte o de la Vida?

La vida es una montaña
con su meseta en la cima.
El hombre, desde que nace
va por ella cuesta arriba
treinta años sin cansarse.
Sube que sube... ¡y de prisa!
Llega a la llana meseta
y otros treinta se desliza
por ella; y en ellos logra
una mejor perspectiva
de los hombres, de la Historia,
y hasta de la vida misma;
ventajas que sólo alcanza
porque ha llegado a la cima.

Pero, pasan estos treinta
e igual que un astro declina
va por la pendiente opuesta
descendiendo a toda prisa
a hundirse en el mar eterno
de la verdadera vida.
¡Oh, paradoja terrible!
en setenta abriles frisa,
y corre más, mucho más,
que cuando treinta tenía.
¿Lo atraerá como un imán
la quietud de la otra vida?
¿Es que anhela ya morir
porque el vivir le fastidia?
¿Será que le aburre el mundo?
¿Lo empujará la familia?
Nada de eso: lo que ocurre
muy fácilmente se explica:
Es que el fardo de los años
que en sus espaldas gravita
pesa tanto, que lo rinde;
el pie le falla, vacila,
y al fin acaba rodando
como roca desprendida
de la peña de la altura,
hasta caer en la sima.
Y el golpe será tan fuerte;
tan terrible la caída,
que no podrá el infeliz
evitar, ¡vaya desdicha!
lo que no sé yo si es ley
de la muerte o de la vida:
El que indefectiblemente
se vuelva polvo y ceniza.

José A. del Valle
Madrid 28 de Agosto de 1962
Día de San Agustín.