Lib. 5a. Pág. 43 - Obra No. 415
Con la seguridad que da la fe, el autor se
atreve a confrontar al sabio filósofo griego
Para decir tal cosa, seguramente que en razón poderosa se apoyó el griego.
Mas, si existen bellezas que, cual sirenas, matan a quien le atrae su canto artero, es, basándome en eso, por lo que dudo que el famoso filósofo está en lo cierto.
En cambio, yo diría, sin que pretenda rebatirle a un coloso del pensamiento, que no es así la cosa, sino a la inversa: que a través de lo bueno se va a lo bello. Si el cielo es nuestra meta porque juzgamos que nada hay en belleza que iguale al cielo, y el cielo lo conquistan sólo los santos, no los que aman lo bello, sólo los buenos podrán con valentía decirle al mundo, (que por lo visto cree que el sabio griego por ser sabio no puede sufrir errores) mientras marchan alegres por el sendero:
Nuestra ruta es la cierta; la tuya, en cambio, te tiene ya tan cerca de los infiernos, que te dan en el rostro sus resplandores; por eso cada día te ves más feo.
San J. de P. Rico, 25 de Mayo de 1971
Con la seguridad que da la fe, el autor se
atreve a confrontar al sabio filósofo griego
Platón y Yo
Leí, no sé en que libro, que Platón dijo que a través de lo bello se va a lo bueno.Para decir tal cosa, seguramente que en razón poderosa se apoyó el griego.
Mas, si existen bellezas que, cual sirenas, matan a quien le atrae su canto artero, es, basándome en eso, por lo que dudo que el famoso filósofo está en lo cierto.
En cambio, yo diría, sin que pretenda rebatirle a un coloso del pensamiento, que no es así la cosa, sino a la inversa: que a través de lo bueno se va a lo bello. Si el cielo es nuestra meta porque juzgamos que nada hay en belleza que iguale al cielo, y el cielo lo conquistan sólo los santos, no los que aman lo bello, sólo los buenos podrán con valentía decirle al mundo, (que por lo visto cree que el sabio griego por ser sabio no puede sufrir errores) mientras marchan alegres por el sendero:
Nuestra ruta es la cierta; la tuya, en cambio, te tiene ya tan cerca de los infiernos, que te dan en el rostro sus resplandores; por eso cada día te ves más feo.
San J. de P. Rico, 25 de Mayo de 1971
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