Libreta 8a. Pág. 67 – Obra No. 802
En Romance, al mismo tiempo que describe la tormenta
actual como la más fuerte de todos los siglos que azota
a la Iglesia Católica, proclama su fortaleza eterna.


Es Eterna


En peligro la barca de Pedro
por el mar de la vida navega.
Hoy la azota de toda su historia
la más recia y oscura tormenta.
No ha sufrido jamás en los siglos
que bogando sin tregua ya lleva,
otra igual, porque nunca ha tenido,
como hoy tiene, marinos que llevan
en el alma no sé qué intenciones;
(sabe Dios si son malas o buenas)
sólo sé que el pasaje, mirando
de qué modo trabajan en ella
y qué voces de mando profieren,
no es extraño que tiemble y que tema
que en el hórrido mar que la azota
la sumerja la negra tormenta.

Hoy la azotan del fético infierno
las peores diabólicas fuerzas
con poderes terribles, y, ¡tanto!
que han logrado sumir en tinieblas
y en total cerrazón, muchas almas
que altos mandos ostentan en ella.

Ha logrado Satán, porque es hábil
en saber engañar las conciencias
que a marxistas patrañas se entreguen,
desoyendo ordenanzas supremas,
muchos nautas que, obsesos y ciegos,
por tenerlas por santas y buenas,
señalarnos el rumbo pretenden
inspirados en tales ideas.
¡Ay! No escuchan la voz sacrosanta
de Juan Pablo II, que alerta
y capeando la terca borrasca
al timón de la nave se aferra.

No temamos, cristianos, que logre
realizar Satanás lo que sueña;
que aunque es sólo Juan Pablo II
quien la barca de Pedro gobierna,
Jesucristo la unión transformante
realizó en su Vicario. Con ella
logrará el timonel de la barca
realizar la divina promesa
de que nunca zozobre. ¡Sin duda!
Es sagrada, indeleble... ¡y eterna!

Se olvidaron Satán y los muchos
que sumirla en el cieno se empeñan,
de que el viento, por mucho que sople,
nunca logra apagar las estrellas.

José A. del Valle