Cuando le Des a un Pobre una Limosna

Cuando le des a un pobre una limosna,
regálale, además de una sonrisa,
una frase aureolada
de fraternal amor y cortesía,
para que veas que la faz aquella
triste, mustia, afligida,
como si un sol de paz la iluminase,
se torna jubilosa y optimista.
Es que aquella moneda,
que por ser de metal fue siempre fría,
al contacto amoroso de tu mano
y al calor de tu frase y tu sonrisa,
perdió la frialdad que siempre tuvo,
y el pobre la percibe calentita.
Y al tenerla en su mano temblorosa
se alegra y regocija.
Es que el calor que la moneda tiene,
y que al pobre lo colma de delicia,
no es el calor del fuego
que todo lo que besa lo calcina;
es el calor de amor que Dios te ha dado
para que lo hagas dádiva en tu vida.

Cuando le des a un pobre una limosna,
regálale, además de una sonrisa,
una frase aureolada
de fraternal amor y cortesía,
para que a más del hambre de su cuerpo,
mates su sed de espiritual justicia.

José A. del Valle
San Juan de Puerto Rico, Dic. 6 / 76