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Libreta 1a. págs. 55 - Obra No. 63
Canto sublime a la Gruta de Belén y oración
ardiente pidiendo que del Seminario que están
celebrando en el Belén cubano nazca la
justicia social tan deseada. (Año 1953)

Canto a Belén

Escrita con motivo de celebrarse en el
Colegio de Belén de la Habana, el
"Segundo Seminario de Asuntos Sociales."

¡Belén! ¡Nombre divino!
Majestad y humildad acurrucadas
en el cóncavo nido de una gruta.
Luz de fe, pan de amor, tónico vino
de todo peregrino
que va del cielo por la santa ruta.
Palabra que eres celestial poema
para el cristiano corazón; emblema
de redención, como la Cruz bendita;
simbolismo de paz, amor y gloria.
Perdona que mi labio
tu sacrosanto nombre aquí repita.
No es que pretenda aun más glorificarte,
no, que es pálido el arte
para prestar más luz a tu memoria;
es que ante esta fraterna poesía,
te contempla la maga fantasía
como el eje divino de la Historial

Sí; que la rueda inquieta de los siglos;
la espiral colosal de los anales,
sólo gravitan sobre ti. Los males,
desgracias y derrotas;
las victorias, el triunfo, la aventura;
todo afán de conquista, toda guerra;
cuanto secreto se arrancó a Natura
para hermosear el rostro de la Tierra;
la fugaz pulsación de cada hora;
todo cuanto en sus pliegues elabora
la sombra misteriosa de la suerte...
para poderlo perpetuar el hombre
en el mármol de crónicas y notas,
tendrá contigo que contar y hacerte
cronológico punto de partida
porque tú eres, Belén, alba de gloria
y han de postrarse ante tu faz, la Historia,
la Ciencia, el arte, el corazón, ¡la vida!

La estrella misteriosa
que te anunció a los magos del Oriente,
muy lejos de menguar y de eclipsarse,
la vemos, orgullosa, levantarse
cada vez más gloriosa y esplendente.
Miradla aquí brillar, hermanos míos,
en el portal de este Belén cubano;
salvó distancias, siglos, y aún más bella
sin duda es hoy, por la fulgente huella
con que grabó la faz del oceano.

Miradla en buena voluntad trocada
bajo este santo y amoroso techo:
es este ardor de amor que nos consume;
es este afán que nos abrasa el pecho;
es esta clarinada
con que a los hombres todos despertamos
y les decimos con coraje: ¡Vamos,
que es hora del deber y del derecho!

¡Señor! ¡Señor! Sabemos,
porque Tú en nuestras almas lo grabaste,
que sin Ti nada conseguir podremos.
Haz, pues, Jesús, que así como en la gruta
que Tú santificaste,
la majestad suprema de los cielos
y nuestra humilde humanidad juntaste,
así también aquí, ricos y pobres
unidos por tu amor sus corazones,
olviden el contraste.
Que así como en Belén surgió gloriosa,
como aurora de paz rara y fulgente
la paz espiritual que cosechamos
los que en el surco del deber dejamos
la buena voluntad como simiente,
así también, dulce Jesús, logremos
que surja aquí, de este Belén cubano,
cual otra rara y virginal aurora,
la paz social que el corazón humano
ha tantos siglos que afanoso añora.
Que aquí juntar logremos,
bajo el fraterno manto
que tu mensaje paternal nos trajo,
del capital la pasajera gloria
y la también no menos transitoria
humildad de los hijos del trabajo.

José A. del Valle