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Libreta primera  pag. 39 - Obra No. 60
Poema exaltando al Magisterio

A las Maestras Católicas Cubanas

Con motivo de celebrarse en
Guanajay la       Asamblea.
¡Católicas maestras de mi tierra!
La Atenas de Occidente
os saluda y os da la bienvenida
con su amor reverente;
mi Villa convertida
en diadema fulgente de la Patria
porque en ella moráis, os aprisiona
con abrazo cordial y en vuestra frente
(que en nimbo augusto que la fe corona)
deja un beso de paz; y a mí. que ausente
de su dulce regazo
tres lustros he vivido,
con alma amiga me mandó un abrazo
y este mensaje cálido y sentido.   

Ven, hijo mío, ven, se acerca el día
más áureo de mi historia;
ven a gozar conmigo mi alegría;
ven a gozar comigo de mi gloria.
Y ¡qué gloria Señor! La más preciada
de cuantas pueden en la Tierra darse;
gloria ungida de fe; ¡gloria sagrada!
Gloria que a santa eternidad trasciende,
porque es antorcha cuyo sacro fuego
la Iglesia eterna con su fe lo enciende.

Gloria también bañada
por la luz sacrosanta de la Escuela;
esa dulce alborada
de la niñez y juventud; dorada
al par que santa estela
que horizontes sin límites alcanza,
y que lleva a la Patria hacia un futuro
que es recodo seguro,
puerto de paz y lago de bonanza.

Gloria que, a los divinos resplandores
de la Iglesia y la Escuela,
une otro de excelsitudes tales,
que es trasunto cabal de los albores
que iluminan los predios celestiales.

¡Sí! Que es la gloria fúlgida del beso
que nuestra Cuba idolatrada ha impreso
sobre rostro risueño de mi Villa,
para que al par que bendiciones, sea
de esta magna asamblea
senda de paz, ornato y maravilla.

¡Qué bien comprendo ahora, Villa mía,
el porqué de tu gozo y alegría!
Albergas hoy en tu regazo tierno,
como el hogar caldeado en el invierno,
a estas maestras, de la Patria orgullo
porque son las que forjan su conciencia.
A estas nobles mujeres
que en la cima de todos sus deberes
colocaron, cual astro, la paciencia.
A estas en el Señor, nuestras hermanas,
que forjan con sus prédicas la Historia
y que tienen tres títulos de gloria:
católicas, maestras y cubanas.

¡Católicas! Mujeres de mi tierra,
que ostentáis ese título glorioso
como regio blasón; nobles cruzadas,
que habéis jurado para siempre guerra
contra el fiero invasor; vuestras espadas,
(la oración y el ejemplo)
cual la gloriosa aquella
que esgrimiera la pálida doncella
llamada de Orleans, surgen del templo;
y alcanzando victoria tras victoria
sobre el campo intangible de las almas,
serán mañana, tras la muerte, palmas,
con que a Jesús ofreceréis más gloria.

¡Maestras! Y ¡ qué excelso magisterio
el que vosotras ejercéis! ¿Qué imperio
podrá ganar al vuestro en dulcedumbre
si os inspira María,
aquella que el Altísimo llenara
de santa y celestial sabiduría
porque era necesario que cuidara
del Niño-Dios? Es ella
la santa luz que vuestros pasos guía;
por ella sois maestras consumadas;
mas, ¡ay! Desventuradas
aquellas profesoras
que se olvidan de Cristo y de María;
y ¡tantas son! ¡qué inútiles sus horas!
¡cuánta existencia gélida y vacía!
Magisterio sin fe no es magisterio:
La doncella gentil de la enseñanza
sólo su noble aspiración alcanza
cuando la fe le presta su misterio.
Si no permite que la Iglesia santa
deje un beso de fe sobre su frente,
será estrella eclipsada;
un angel con sayal de penitente;
una princesa mísera, indigente;
reina será, mas reina destronada.

¡Cubanas! Con que santo y noble orgullo
os llamo así: cubanas,
y os proclamo ante el mundo mis hermanas,
cuando admiro, feliz, con qué donaire
dejando vais enriquecido el aire
que agitais al pasar (cual una rosa
lo enriquece también con el perfume
que para Dios espléndida consume
y para Dios elaboró con calma)
con esa cada vez más rara esencia
de la cristiana caridad, presencia
del Dios de Amor en el jardín del alma.
Y ¿Quién puede dudar de que no os sobre
esa esencia tan pura como rara,
si os ha trocado el alma en alquitara
de fe y de amor la Caridad del Cobre?
Por Ella sois así nobles hermanas;
Por Ella sois el nimbo de la Historia.
A Ella debéis tres títulos de gloria:
¡Católicas, maestras y cubanas!

José A. del Valle