A Quisquella y a Sosúa

Vuelvo a ti, bella Quisquella,
con el afán de admirarte,
a la par que tributarte
tierno homenaje, por bella.
Dejaste en mi alma tu huella
cuando de ti me ausenté.
Por eso es que suspiré
por regresar algún día,
y por eso repetía
cual Mac-Arthur: ¡Volveré!

Y aquí estoy;  frente a tu mar
del Norte, y en tu Sosúa,
cuya fronda me insinúa
que no deje de cantar.
Y ¿qué poeta callar
puede, al ver este paisaje
y este mar, cuyo oleaje
le dice al poeta: canta
y haz que brote en tu garganta
la fuente de tu homenaje?

Cantemos, pues, alma mía,
de este rincón quisqueyano
donde Dios puso su mano,
la sublime poesía
de su perenne alegría.
Canta y matarás afanes.
Canta para que te ufanes,
sentada en la verde alfombra
de la grama, y a la sombra
de almendros y flamboyanes.

Sosúa, bajo tu cielo,
de una perenne alborada,
puede el alma atribulada
gozar de paz y consuelo.
Todo afán, todo desvelo,
se desvanecen en ti.
Yo, que los traje, sentí
llenárseme de alegría
el alma y de poesía
desde el día en que te vi.

En la tarde, el sol ardiente,
cuando en el mar reverbera,
le regala a tu ribera
su sonrisa refulgente.
Y allá en la noche silente,
cuando todo se recata,
bajo la fronda escarlata
de un flamboyán, si oteamos
sobre la mar, divisamos
las luces de Puerto Plata.

Quisqueya, Sosúa; quiso
Naturaleza brindaros
un lugar donde extasiarnos,
y os transformó en paraíso.
Soy, por franco, no remiso
a cantar lo que destella;
por eso, Sosúa bella,
he de decir en tu honor,
que eres la mas bella flor
y el orgullo de Quisqueya.

José A. del Valle
Sosúa, República Dominicana, 18 de Julio de 1979