Libreta 3a. Pág.306
Obra No. 271 – Romance en el que canta enamorado
la belleza natural de Asturias; de su gente;
de sus costumbres y su amor a la Santina.

Asturiana

A mi hermana Georgina.  Para ti, Georgina,
que tanto anhelas visitar Asturias, brotó  
este canto.  A ti lo dedico, al par que pido
al Señor nos conceda realizar nuestros
anhelos: tú, verla; yo, retornar a ella.

Tu hermano,  José.

Asturias, porque te llevo
dentro del alma escondida
cual la imagen de una novia
que en sueños se le acaricia;
porque tus montes y prados
aún están en mi retina
y aun cuando los ojos cierre,
los recorro con la vista;
porque hay en ti corazones
que me quieren y suspiran
porque a su lado retorne
para hacerles compañía;
y porque tienes paisajes
cuyo recuerdo acaricia
mi corazón, porque en ellos
la infancia dulce y tranquila
de mi padre deslizose
con bucólica delicia...
Por todas estas razones
y muchas más que mi lira
ha dejado entre sus cuerdas
ocultamente dormidas...
hoy Asturias, que el deseo
de estar en ti me atosiga;
hoy que suspiro por verte
más que suspiré otros días...
hoy, anulando distancias
y salvando perspectivas
y desafiando inmutable
todas las furias marinas,
en las alas intangibles
de mi rauda fantasía
llegar hasta ti quisiera;
pasearme por tus campiñas;
escalar el monte Sueve;
bajar después a tus minas,
que es cual si bajase, Asturias,
hasta tus entrañas mismas;
pescar truchas en tus ríos
correr por tus “pumaradas”
y, aguzando bien la vista
buscar entre sus manzanas
la más grande y la más “pinta”.
No perderme ni una sola
de las bellas romerías
con que a sus Patronos honran
tus aldeas y tus villas.
Y mientras que escucho en ellas
las tonadas compesinas
de mozos cuyos pulmones
notas de tan larga vida
lanzan al aire que pueden
cantar sin sentir envidia
de ese roncón de la gaita
que les hace compañías
junto a mis seres queridos
que tanto por mi suspiran,
de tu sidra generosa
saborear unas “copinas”.
Y, como remate excelso
de mis largas correrías
como término y reposo
de mis mentales fatigas,
subir hasta Covadonga
y, tras levantar la vista
para contemplar la cumbre
asturiano-cristianísima
piadosa y devotamente...
¡postrarme ante la “Santina”!

José A. del Valle

Paterson, N.J., 7 de Enero de 1964