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Libreta 7a. Pág. 4 – Obra No. 636
En una Seguidilla Simple y de forma jocosa
aconseja al Año Nuevo que apenas comienz

Un Consejo al Año Nuevo


Como eres, Año Nuevo,
recién nacido
y ya setenta y tantos
nacer he visto

jubilosos, alegres;
con la alegría
esa que manifiestas
en tu carita,

hoy te traigo un consejo
que me lo han dado
para que te lo deje
como regalo,

estos que llevo arriba;
los que he vivido,
y que también nacieron
como te he visto

nacer hace un momento:
con esa gracia
con que todo revive
con la alborada.

Escucha el consejito;
vale la pena.
Me dijeron, amigo,
que te dijera

que existe una polilla
llamada tiempo,
que todo cuanto toca
lo pone viejo.

Que es tan cruel y tan mala
que no perdona
a nadie en esta vida;
que nos destroza,

y que a ti, como a ellos,
(ya vas a verlo)
a los ocho o diez meses,
te deja viejo.

La vejez es la droga
que nos va dando
un día y otro día
para matarnos.

Pero, además, hay esto
que, aunque es lo triste
que el consejito tiene...
tienes que oirme.

¿Tú ves ese entusiasmo
que todos muestran
y que hacen de tu arribo
toda una fiesta?

¿Tú ves esa alegría
con que los hombres
cuando llegas al mundo
te rinde honores?

No te entusiame mucho
tanto entusiasmo.
Cuando cumplas seis meses,
verás qué cambio
van a dar muchos hombres;
te verán ellos
como el año más malo
y el año más funesto.

Porque si sus errores
los despachuran,
sólo tú, de sus males,
tendrás la culpa.

Es que el hombre, de todos
los animales
es el más tornadizo
y el más variable.

Y aquí va lo terrible
del consejito:
Cuando los once meses
hayas cumplido

serán tantos los odios,
tanta la rabia
que te tendrán los hombres,
que con mil ansias

querrán que como un rayo
Diciembre pase
para tener el gusto
de, en el instante

ese en que lentamente
te estés muriendo,
entre burlas y mofas...
¡pegarte fuego!

José A. del Valle
Miami, Enero 1o., 1978