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Libreta 6a, Pág. 226 - Obra No. 586
Romance en el que bromeando, compara el
envejecimiento de la materia con la eterna juventud del alma.

Eterna Juventud Espiritual

Más en broma que en serio    


En este pícaro mundo
todo lo destruye el tiempo.
No sé si dando empujones
o estacazos repartiendo.
El caso es que Mr. Cronos,
a pesar de ser tan viejo
tiene una fuerza tremenda;
todo con él viene al suelo.
Es que la vejez que tiene
ya no le cabe en el cuerpo,
por lo que, en su eterna marcha
va haciendo de ella un reguero
y, como no hay un rincón
que no lo visite el viejo,
por mucho que uno se esconda;
por mucho que esquive el cuerpo,
no hay manera de evitar
que se le arrugue el pellejo.

Que el pellejo nos lo arruga
no hay duda ninguna de ello;
pero me pregunto a veces:
y, ¿también el alma?  Bueno...
Si sólo en la vil materia
se puede ensañar el viejo,
la que está metalizada
porque cree que el dinero
lo es todo y a conseguirlo
dedica todo su esfuerzo
y jamás al cielo mira
porque le atrae lo terreno,
esa envejece lo mismo
y al mismo tiempo que el cuerpo;
que, aunque imposible parezca,
sucia materia se ha vuelto,
por lo que también es presa
de la polilla del tiempo.
Mientras que aquella que tiene
como el ideal supremo
mantenerse límpia y pura
para ser digno aposento
del Dios de cielos y tierra,
esa, se transforma en cielo,
y en el cielo al viejo Cronos
no lo deja entrar San Pedro.

José A. del Valle
San Juan de Puerto Rico, 25 de Enero de 1977
Día de la conversión de San Pablo