Lib. 5a.  Pág. 47  -  Obra No. 417
Romance en el que narra en versos
una anécdota jocosa de Benito Feijó


PRODIGIO

(De una anécdota de Benito Feijó)

A un pueblo, (no importa cual)
llegó una vez cierto tipo
charlatán en grado extremo
y extremadamente listo.
En la más céntrica plaza,
con sus gestos y sus gritos,
consiguió que medio pueblo
se reuniese para oirlo.
Su tan larga perorata
sintetizarla es preciso,
por lo que diremos
lo que a las mujeres dijo:
“Después de largos estudios,
señoras, he conseguido
lo que llamarse pudiera
la maravilla del siglo.
Es lo más extraordinario
que el mundo jamás ha visto.
Os lo traigo y os lo ofrezco
por muy poco, ¡baratísimo!
Tan sólo por las pesetas
que tengáis en los bolsillos.
Si vuestros nombres y edad
ponéis en un papelito
y me lo entregáis, mañana
contemplaréis el prodigio
de veros con menos años;
de haber rejuvenecido.”
No hubo vieja en todo el pueblo
que creyendo, lo que dijo,
no le entregase el papel
con nombre y edad escritos.
A la mañana siguiente,
haciéndose el afligido,
así les dijo: “señoras:
este caso es inaudito.
Anoche, una mala bruja,
con infernal maleficio,
quemó todos los papeles
que me dísteis. Yo os suplico
que volváis a darme otros.
Pero...¡ah! Quiero advertiros
algo que es muy necesario
que sepáis: el sacrificio
a que debe someterse
la de más edad. Preciso
es que os advierta que sólo
se obtiene tal beneficio,
si se deja quemar viva
la que más haya vivido.
Tras de quemarla, las otras
han de probar un poquito
de las cenizas, si quieren
que se realice el prodigio.”
Aunque lo dudes, lector,
es muy cierto lo que digo:
con la misma fe de ayer
volvieron al papelito;
pero esta vez, por temor
al terrible sacrificio,
los años que confesaron
no fueron, lector los mismos.
La que dijo ayer sesenta,
hoy dijo cuarenta y cinco.
La que setenta, cincuenta;
la que ochenta, me imagino
que por no verse quemada
se rebajó medio siglo.
Unas menos y otras más,
todas hicieron lo mismo:
mentir en lo de la cuenta,
y entregar el papelito.
“Esta vez, dijo el tunante,
ni bruja, ni diablo mismo
han de lograr impedir
que se realice el prodigio.
Mañana, tened por cierto,
que obtendréis lo prometido.

A la mañana siguiente,
nuestro consabido pillo
después de haber cotejado
los papeles y haber visto
los años que habían todas
en sólo un día perdido,
reuniéndolas en la plaza,
muy frescamente les dijo:
“Jóvenes que me escucháis:
cordialmente os felicito.
Sin haber quemado a nadie
se ha realizado el prodigio.
Y no me podréis decir
que no os di lo prometido,
pues con vuestro puño y letra
dicen estos papelitos
que sois más jóvenes hoy;
que habéis rejuvenecido.

José A. del Valle
San Juan de Puerto Rico 8-22-1971