¡Virgen del Pilar! Colón
y su gente marinera,
tras largo y penoso viaje
por sobre la mar incierta
y en aquellos barquichuelos
grandes en aquella fecha
y que hoy, por ser pequeños,
hacen mejor la proeza...
Colón, y con él su gente,
en el día de tu fiesta
lanzaron enardecidos
el grito de ¡Tierra! ¡Tierra!
Con el que, como un regalo
de tus manos, Madre nuestra,
del fondo azul de los mares
surgió la virgen América.

Y hoy, doce de Octubre, Madre,
por sobre la blanca estela
que aquellas naves dejaron
cual una indeleble huella
del Atlántico azaroso
sobre la llanura inmensa...
y en la nave de la fe,
mucho más rauda que aquellas,
me acerco al Pilar augusto
donde España te venera;
ante tu imagen me postro
y con el vigor y fuerza
que da la sangre española
grito también: ¡Tierra! ¡Tierra!


Pero, Tú sabes, mi Madre,
qué es lo que mi grito expresa.
Sabes que la que te pido
no es una tierra cualquiera.
Es esa tierra antillana
que ayer fue gloria de América.
Es esa tierra admirable
a la que Colón, al verla,
le dio el título glorioso
de “la más fermosa tierra”.

Es esa Cuba española
que, como España, es eterna.
Y es española, María,
porque en español te reza;
porque en español cantaba,
y hoy en español se queja
bajo el yugo ignominioso
de hordas brutales y ateas.

Mírala, Madre, sumida
en hondo mar de tristeza,
y mírame a mi esperando
que vuelva a surgir esbelta,
esplendorosa y radiante,
de modo igual que en tu fiesta
del fondo azul de los mares
surgió la virgen América.

José A. del Valle

San Juan de Pto. Rico 12 de Oct. de 1969