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Libreta 9a. Pág. 67

Obra No.

A Ntra. Sra. De Lourdes,

en el Centenario de su Aparición.

¡Lourdes! ¡Lourdes! ¡María!
¿Qué fue lo que del cielo te llevaste
y en Lourdes, como obsequio, nos dejaste?
¿Qué dulce arrobadora poesía
quedó en la gruta sin cesar vibrando,
que aún hoy, a los cien años, Madre mía,
el alma se extasía
tu milagro de amor rememorando?

¿Qué fue lo que trajiste de los cielos
que es capaz de calmar ansias y anhelos
de todo aquel que en su favor te invoca?
El Dios tres veces santo
¿qué mágico poder prestó a tu boca,
que aún sigue tu mensaje
transformando en armónico cordaje
de aquella gruta la sagrada roca?

¡Tu mensaje María!
¡Tu mensaje de paz! ¡Ay, Madre mía!
A pesar de llevar un siglo entero
llamando con insólita insistencia
del hombre a la conciencia,
este, sordo a tu voz y deslumbrado
por la luz de la ciencia,
marcha extraviado por falaz sendero.
Sí; que del brazo de tan noble dama,
¡Armas! ¡Más armas! Con denuedo clama.
¡Armas para la paz! ¡Qué paradoja!
Y la ciencia gentil, la noble ciencia,
forzada por la humana inteligencia,
le da cuanto le pide o se le antoja.

Pero, ¿Será posible
que ese tu tierno, maternal mensaje,
del hombre del presente
cerrados halle corazón y oído...
que de inícuas pasiones la corriente
con su terco coraje
realizase el ultraje
de hundirlo en el olvido?

-”No; porque yo, que desde el alto cielo
por vosotros me afano y me desvelo,
quiero, mis hijos, repetirlo ahora
y que realmente para el mudo sea,
no faro que en la noche parpadea,
sino célica aurora.

Jamás la paz conseguirán con armas
que pidan a la ciencia.
La paz universal por la que llora
tanta madre en el mundo,
se funda en lo profundo
de la insondable individual conciencia,
porque es un don del cielo
y hay al cielo, por tanto, que pedirla.
Si leen bien la Historia,
verán que nunca la mayor victoria
ha logrado por siempre conseguirla.

Con las armas terribles que han logrado,
un siglo por la paz han batallado
y no la han conseguido todavía.
Y no quiero decir que han despreciado,
pero, no negarán que han olvidado
la que les traje desde el cielo un día
y que en Lourdes y Fátima, amorosa
os pedi que empleasen
para vencer de modo extraordinario:
El arma poderosa;
el arma milagrosa
que es de paz alborada: ¡Mi Rosario!

José A. del Valle

Poesía leída en el Colegio María Auxiliadora
 de la Habana, el 11 de Febrero de 1958