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Libreta 3a. Pág. 171 - Obra No. 241
Tratado en prosa, pudiendo ser resumidas
sus 27 páginas en el Mensaje dado por la
Virgen en Fátima a los tres Pastorcitos.

¿Por qué el Comunismo Avanza?  

¿Qué debemos hacer para impedirlo?


En torno a las preguntas formuladas por el Padre Chang (exilado chino) ha girado lo tratado en la serie de reuniones aquí celebradas.  Son éstas las preguntas:

¿Por qué el comunismo avanza; o lo que es lo mismo: está actualmente triunfando en el mundo?
¿Qué debemos hacer nosotros para impedirlo, o sea, para evitar su avance o triunfo?

Tal vez la primera pregunta sólo puedan o sepan contestarla los propios comunistas, ya que a ellos no les está vedado como a nosotros, ver y palpar la serie ilimitada de maniobras, tácticas y vías que emplean para alcanzar el diabólico fin que se han propuesto; pero tanto azote nos han dado, que con dolorosa experiencia hemos podido observar (aunque no con claridad meridiana) cómo manejan el bastón con que nos vapulean.

En el "cómo manejan" está la clave de ese triunfo de que nos quejamos y que con honda tristeza reconocemos. Asoma a mi mente una dolorosa verdad que quiero aquí exponer y es ésta: no todo el trabajo lo ejecutan los comunistas; pues es triste confesar y reconocer que nosotros y sólo nosotros, somos los que preparamos el terreno del que han de recoger ellos, después, su pródiga cosecha.

Ellos son los encargados de meter el pan en el horno para saborearlo después; nosotros los de preparar la masa con la conveniente levadura para que el pan les quede a su gusto.

¿Qué manera es ésa?  Vamos a emplear para señalarla, un vocablo de sabor comunista: el proletariado; la masa como ellos la llaman.  Y ¿Cuál es la levadura?  La injusticia social.  Si ésta no fermentase la masa, no les quedaría bien el pan.  Luego, en este caos que contemplamos, podemos repetir aquel famoso verso del insigne poeta español Alberto Lista, a la vista del Crucificado: "Todos en El pusísteis vuestras manos"

Ahora bien: ¿Cuándo y cómo hornean? Para hacer aún más exacto el símil, podemos afirmar que, como buenos panaderos, trabajan de noche; es decir en la sombra.  Todos sus conciliábulos; todas sus diabólicas reuniones, los celebran bajo tierra; a ocultas; como los topos, cuya labor no hay nadie capaz de descubrirla.  Pero algo hay que es peor aún, y es esto: que la maldad, el dolo y la mentira, son las musas inspiradoras de sus obras;  son los tres pilares sobre los que descansa la torre en que se guarecen para la lucha.

Muchas más son las maniobras que ponen en juego: saben emplear "los tontos útiles" de que hablaba Lenín; aprovechar ese caudal inmenso de energía que aflora en ciertas almas cuando aciertan a tocar en ellas el dorado botón de la vanidad.  Celada en que ha caído un número enorme de seudo-intelectuales (profesionales, artistas, escritores y de estos últimos una redada inmensa de poetas, cuyas obras son el mejor exponente de su moral, intelectual y espiritual miseria.

Son hábiles también en atizar esos dos diabólicos fuegos que yacen como dormidos, a manera de lava en los volcanes, en el substrato de todo ser humano, y que como aquella, es devastadora cuando el volcán rompe en erupción: el odio y la envidia.

Qué bien saben manejar ese delicadísimo y sutilísimo complejo de pasiones que todos llevamos dentro como fogosos corceles; qué bien saben fustigar éstos con el látigo incalificable de sus lenguas, hasta verlos, desbocados, arrollarlo todo como incontenible alud.  Con esto demuestran ser consumados psicólogos.

Es esta, a grandes rasgos, la satánica táctica que emplean y que para desgracia nuestra y tal vez con un mucho de culpabilidad de nuestra parte, les está dando el triunfo.  Hasta aquí creo haber respondido, claro está que someramente, a la primera pregunta.

Veamos la segunda:  ¿Qué debemos hacer nosotros para impedirlo; o sea, para evitar su avance o triunfo?

Yo veo en todo esto, no una lucha entre los estados totalitarios y las democracias; no una batalla de carácter político, en que un sistema de gobierno de malas artes quiera suplantar a otro de no tan malas; no un combate entre oriente y occidente; no;  yo sólo veo en esto lo que hace tantos siglos se ventila sobre la faz del planeta; es más; lo que antes de la creación del hombre tuvo lugar en los cielos y que terminó con la derrota de Luzbel: la lucha milenaria entre el bien y el mal.

Si bien es verdad que cuando digo el mal me estoy refiriendo al comunismo, no cuando digo el bien me refiero a las democracias; que estas; por esa culpabilidad de que hablé al principio; por esa candidez y malicia al propio tiempo en dejar la masa preparada para el horno; por ese paganismo que en ellas reina y que todo lo invade; por esa tragedia del Gólgota que se renueva todos los días; (no la de los altares; que si no fuese por ésta ya hubiese el mundo desaparecido) sino por otra: la del hogar; la de los negocios: la de la vida pública, en la que todos somos actores, porque todos y cada uno subimos a la montaña a vejar al Crucificado con nuestras claudicaciones; las democracias, digo, no son dignas de simbolizar al bien en esta lucha. Cúpoles en suerte, en ésta nuestra época, como ayer fueron los cruzados, luchar por la causa del bien en esta milenaria campaña. 

Pero la pregunta flota en el ambiente:
¿Dónde está, qué, o quién es el bien? El bien no es otro que el cristianismo , dicho así en el más amplio de los sentidos, que si a fijarlo vamos como debemos, no es otra que nuestra madre la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana.  El duelo, pues, no es otro que entre Roma y Moscú.  Aquella trabajando a pleno día, y éste "culturándola" con su ideología marxista.  Aquella podando lo inmundo, y éste replantando males.  Aquella nutriendo las almas con el Pan vivo bajado del cielo, y éste envenenándolas con su mal llamada  "filosofía" materialista y atea.  Aquella iluminando el sendero deobservado que durante determinadas horas se sentían pasos al otro lado de una de las paredes de la prisión; no así a otras horas; por lo que dedujeron que durante éstas era de noche; dándose en ellas a la tarea de horadar suavemente y lentamente, con la planchuela, la pared.  El triunfo coronó la empresa: lograron abrir un boquete por donde escaparon.  Era una noche de luna llena: según iban saliendo quedaban inmóviles, deslumbrados por la luz de la luna;  hasta que al fin, recuperados, emprendieron la huída.

A cuantos como a estos prisioneros, por vivir sumidos en las tinieblas de la ignorancia religiosa, o en las más densas aún del mal y del pecado, los ha deslumbrado la luna del comunismo, y creen, ¡infelices! Que en el firmamento de la ideología política no hay más astro que aquel.

Es una lucha entre el bien y el mal. Ya lo dijimos.  Estamos de parte del primero; luchamos por Roma; luchamos por Cristo. los hombres con una luz que en veinte siglos no parpadeó jamás, y éste llevándolos por errados senderos bajo la luz diabólica del candil maloliente del comunismo. 

Luz diabólica dije, y lo es en verdad para aquellos que llevan en el alma la luz gloriosa de la fe en Cristo; pero, ¡ay! cuántos hermanos nuestros, por vivir en tinieblas y sombras de muerte, o en la noche espiritual de la ignorancia religiosa, han quedado deslumbrados por tan funesta luz.

Voy a traer a colación un hecho histórico acaecido ahora, bajo el fidelato, en nuestra desventurada patria. Durante cuatro meses de prisión, en Columbia, sometidos a perpetuas tinieblas, estuvieron ocho compatriotas nuestros. Ni el más ligero rayo de luz percibieron sus ojos durante aquellos eternos cuatro meses.  Por debajo de una puerta recibían arroz, boniato y agua como único alimento; pero ni aún por debajo de esa puerta se filtraba la luz.  Quiso Dios que tropezase uno de ellos con una planchuela de metal que había en el suelo; y habían observado que durante determinadas horas se sentían pasos al otro lado de una de las paredes de la prisión; no así a otras horas; por lo que dedujeron que durante éstas era de noche; dándose en ellas a la tarea de horadar suavemente y lentamente, con la planchuela, la pared.  El triunfo coronó la empresa: lograron abrir un boquete por donde escaparon.  Era una noche de luna llena: según iban saliendo quedaban inmóviles, deslumbrados por la luz de la luna;  hasta que al fin, recuperados, emprendieron la huída.

A cuantos como a estos prisioneros, por vivir sumidos en las tinieblas de la ignorancia religiosa, o en las más densas aún del mal y del pecado, los ha deslumbrado la luna del comunismo, y creen, ¡infelices! Que en el firmamento de la ideología política no hay más astro que aquel.

Es una lucha entre el bien y el mal. Ya lo dijimos.  Estamos de parte del primero; luchamos por Roma; luchamos por Cristo.
sin duda hay que admitir que no lo amamos.

Señores: estas disquisiciones un tanto místicas, no parecen a primera vista muy prácticas para una lucha en que no falta mucho para que entren en juego las armas atómicas.  Pero ¡ah! si las mirásemos con el prisma de la fe; si viviéramos de fe, que es aún más que tenerla, veríamos entonces que son indispensables para el inicio de la lucha.  Para el inicio; que después son muchas más las medidas que deben tomarse para alcanzar la meta propuesta: la victoria de la causa de Roma.  Medidas que si bien parecen más prácticas, no lo son más que las espiritualistas que estamos considerando; destacándose entre estas últimas, dos que son indispensables: la oración y la penitencia.

La primera, no sólo para pedir al Señor nos ilumine en lo que hemos de hacer, sino para pedirle también mueva el ánimo y el corazón de nuestro enemigo a arrepentimiento.
Hay un aforismo en la Acción Católica que viene aquí a maravilla y ¿cómo no ha de venir, si esta planificación de movimientos frente al enemigo no es más que una de las facetas de la Acción Católica?  El aforismo reza así  "Antes de hablarle al alma de Dios, hay que hablarle a Dios del alma.  Es decir:  pedirle confiadamente (como debe ser toda oración) la haga dócil a las prédicas y a las sugerencias que El se digne inspiranos.

La penitencia no sólo nos depurará un mucho ante su real presencia y abrirá sus manos infinitamente misericordiosas, sino que nos fortalecerá para la lucha al propio tiempo que ablandará la resistencia enemiga. Es imposible, porque aflora a la mente con marcada insistencia, dejar de considerar aquí el mensaje de Fátima.  Todos conocemos la historia: La Virgen María, en Fátima, Portugal, se les aparece a tres inocentes pastorcitos: Lucía, Jacinta y Francisco.  Se proponía la Virgen, con estas periódicas visitas, recomendar al mundo, por medio de aquellos tresniños, oración y penitencia, si quería: evitar otra conflagración peor que aquella que se estaba viviendo, (1917) la conversión de Rusia y la derrota del comunismo. 

Que a la Virgen y a los pastorcitos se les hizo poco caso, lo demuestra la Historia:  Sobrevino la guerra universal del 39, que como sabemos, aventajó en muertos y en horrores a la del 17:  no se ha convertido Rusia, y el comunismo, hasta el presente, no lleva trazas de ser liquidado  y sí de liquidarnos.

Pero vamos a nuestro objetivo: que este mensaje admonitorio nos sirva para corroborar la tesis aquí expuesta; para demostrar que en una guerra ideológica y por nuestra parte espiritualista (no así por la del enemigo, para el cual sólo hay materia) en una contienda de ideas y teorías políticas y sociales como es ésta;
en que el pensamiento; una de las más altas manifestaciones del espíritu humano, entra en incesante juego, las más poderosas armas serán, sin duda, las del espíritu.

Dudamos muchas veces de la efectividad de éstas, no sólo por considerarlas sutiles e inconsistentes, sino porque creemos que en ellas sólo actúa nuestro esfuerzo.  No vemos que hay un Padre todo sabiduría, poder y amor; Padre tanto nuestro como del enemigo (no olvidemos esto jamás) que sabe y puede amorosamente hacer que demos en el blanco.  No consideramos que El está ansioso de nuestro triunfo; triunfo que será de todos; tanto nuestro como del enemigo; que por ambos bandos se inmoló en el Calvario el Hijo suyo, enviado por El a la tierra para redimirnos de la esclavitud del pecado y darnos ya en esta vida, por anticipado, la paz de su eterna gloria.

El Mensaje de Fátima es la fórmula más sencilla y efectiva a la vez, para el triunfo, según lo que se dignó comunicar a los pastorcitos. El mensaje de Fátima es un arma manejable por todos y en todas las manos efectiva. El mensaje de Fátima no fue lanzado para que lo escucharan y practicasen sólo las mujeres; fue para todos: para ti, estadista;para ti, financiero; para ti, militar; para ti, civil; para ti, científico; para ti, artista; para tí, estudiante; para ti, industrial; para tí, comerciante; para ti, obrero; para ti, rico; para ti, pobre; para ti, niña; para ti, niño; ¡ para todos!  Que a todos quiere vernos la Virgen esgrimiendo el Rosario; la más poderosa arma contra el comunismo ateo y materialista; el único remedio que tiene el mundo contra ese monstruo infernal, según se desprende de éstas sus textuales palabras a los pastorcitos:

"Si mis deseos son atendidos, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, ella propagará sus errores por el mundo provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia."  Nos está dando el cielo el remedio, y somos tan necios que lo despreciamos.  Sus deseos:  que no ofendamos más a Nuestro Señor; que hagamos penitencia, tanto por nuestros pecados como por los de los demás y que recemos el santo Rosario, preferiblemente en familia, todos los días.

En esta lucha en que las naciones; unas para desparramar el caos y el desorden sobre la faz de la tierra y otras para evitarlos, gastan en armas millones y más millones que bien podían emplear más efectivamente en la social  justicia y en mitigar el hambre del 52% de la humanidad (que este es el abrumador porcentaje de la humanidad hambrienta); en esta carrera armamentista para la paz  ¡oh, paradoja!  (paz que en boca del enemigo es sinónimo de caos y descontento y en la nuestra de sosiego y de orden); en esta competencia en que tan recelosa y desconfiadamente se tratan los hombres; en esta contienda milenaria entre Dios y Satán, todos los que de parte de Dios estamos, podemos ser efectivos combatientes esgrimiendo el arma santa y por santa, milagrosa del Rosario.

No concibo en esta lucha la neutralidad; ésta no tiene razón de ser, ya que lo que se está ventilando es definitivo para la humanidad.  Si no estás... no diré con los buenos, sino con el bien (y aquí no hay términos medios) no diré que seas malo; pero estás irremisiblemnte con el mal. Qué bien vienen aquí las palabras de Cristo "el que no está conmigo, contra mí está"  En esta lucha entre el cielo y el infierno, todos estamos obligados a ser combatientes.

No faltarán incrédulos y excepticos que presentan, para justificar su no beligerancia en esta contienda, el manido argumento de que no hubo (por ser imposible el milagro, o porque en este siglo ya no los hay, como hemos oído decir a muchos) tal manifestación sobrenatural y por lo tanto, tal mansaje.  No se quiera tapar el sol con un dedo; que aún hoy viven y testifican emocionados el portento que de rodillas vieron, muchas de las setenta mil personas que acudieron, a pesar de la incesante lluvia, a la Cova de Iria, al mediodía de aquel 13 de Oct. de 1917.

Portento anunciado o prometido por la Virgen, con antelación, en una o dos de las anteriores apariciones a esta última de Octubre, que fue la sexta.  En esta, el sol, por tres veces consecutivas, zigzagueando; girando vertiginosamente, al par que descendiendo en tal forma que parecía precipitarse; y despidiendo rayos de luz de cambiantes colores con que iluminaba y teñía a la vez cuanto circundaba a aquella multitud allí congregada y a ella inclusive, hizo postrarse a ésta de rodillas en el lodo (pues no había cesado de llover hasta aquel momento) y exclamar compungida y atónita: ¡milagro! ¡milagro! ¡Señor mío y Dios mío; misericordia!

Váyase a Portugal quien esto dude, y escuchará de labios de viejos y sencillos labradores la narración de aquel inexplicable acontecimiento que presenciaron.  Ante el hecho evidente, las negaciones huelgan; como huelga también por inaceptable, para justificar la no beligerancia, la fórmula falaz del neutralismo.  En uno u otro bando hay que pelear, indefectiblemente; el desventurado que por error o malicia milite en el contrario bando, si éste triunfa, conquistará la triste gloria de haber contribuido a transformar la tierra en infierno.  Y si por el contrario, Dios, que todo lo puede, y así lo esperamos, nos hace vencedores, coronará nuestras frentes con el laurel inmarcesible de una gloria legítima: la de haber transformado, con la poda del mal, la tierra en paraíso. Humanidad: el tiempo y la energía que aplicas inútil y diariamente en lamentarte de que el comunismo avanza, empléalos en combatirlo con el cumplimiento del deber, la penitencia y el Rosario. 

Compatriota: seas mujer u hombre; que lloras la ausencia de la patria y más que la ausencia, el crimen horrendo de haberla transformado, un grupo exiguo de hijos sin conciencia, de vergel fecundo en páramo desierto donde sólo medran las rastreras plantas del odio, la envidia, la perfidia y el dolo; que ayer, en ella , como la cigarra de la famosa fábula, cantando alegremente te pasaste el verano de la vida, de espaldas al invierno del destierro que jamás presentiste; que ayer, en ella, de espaldas también al faro de la fe católica, deambulaste sin rumbo y a oscuras, por los torcidos caminos del pecado, pero que hoy, abiertos tus ojos a la triste realidad del destierro, se bañan tus pupilas en la luz sacrosanta de la Iglesia de Cristo, y a ella te acercas (hoy rezas más que ayer) seguro de su maternal cariño, de su calor hogareño y de sus palabras de esperanza; enjuga las lágrimas; acalla los lamentos; y entre suspiro y suspiro por la perdida patria, haz actos de arrepentimiento de tu pasada vida de licencia y propósitos firmísimos de una vida más recta; y para que todas estas sublimes intenciones tengan ante el trono de Dios franca acogida, ponlos en las manos sin mancha de María, repasando ante ella, con alma y corazón piadosos, las cuentas milagrosas del Rosario.

Cubano: pon tu fe en las palabras de la Virgen a los pastorcitos de Fátima: complácela en sus más caros anhelos y verás cómo pronto, por el camino que Dios disponga y que será por eso el mejor, volverá a ser de día en la patria y la horrible pesadilla de esta noche del destierro pasará....¡pasará!
Fray Pacífico
Paterson, 24 de Febrero de l963