Al Padre Viera

(En el aniversario de su muerte)

Discípulo de Cristo, bizarro caballero
que defender supiste con el tajante acero
de tu palabra docta los credos del Señor;
que te escudaste humilde de la maldad impía
un día y otro día,
con el escudo santo de tu cristiano amor;

que fuiste un compañero; que fuiste un camarada
que las heridas crueles que la fatal jornada
dejara en nuestro pie,
curaste presuroso,
resuelto y animoso
con el ungüento santo de la cristana fe;

que sin cesar pusiste con dadivosa mano
el pan en la tremante del mendigante hermano
para aplacar su mal;
y que sembrar supiste con alma generosa
la espiga prodigiosa
del trigo espiritual;

a tu recuerdo santo miradnos congregados,
jurando todos, Padre, ser nobles y esforzados
como supiste serlo siguiendo al buen Jesús;
y os prometemos todos seguir nuestra jornada
con alma resignada
cargando nuestra cruz.