Palabras de Este Libro al Lector

Yo te aconsejo, lector
que me tienes en tus manos
y comienzas a leerme,
que me leas muy despacio.
No me leas con la prisa
con que leemos el diario.
Si quieres que el alimento
te nutra y no te haga daño,
mastícalo despacito;
no te apures al tragarlo.
Haz lo mismo con mis versos;
léetelos muy despacio,
que son del alma alimento
por ser por Dios inspirados:
Mi autor, antes de escribir
dedica un pequeño rato
a suplicarle al Señor
ponga su amor en los trazos
de su pluma, porque quiere
que ese amor vaya calando
como célica semilla
en quien se tome el trabajo
de leerme, y fructifique
en frutos sanos y santos.

Con esa intención tan noble
fueron escritos mis versos.
Hazme caso y despacito
vete, mi amigo, leyéndolos,
que son, a más de sinceros,
espiritual alimento,
y mi autor (ya lo verás)
le pide al Señor en ellos
que te salves, porque quiere
darte un abrazo en el cielo.
Amén.