Libreta 8a. Pág. 105 – Obra No. 831
En Seguidillas con Bordón se pregunta y se lamenta, en un diálogo
con el Señor, el porqué ve caras mustias, siendo que éstas tienen a Dios

Flores Avaras


Era un erial inmenso
mi corazón
y un día, feliz día,
cruzolo Dios.
¿Quién se lo explica?
Lo sembró su mirada
de florecillas.

Cómo gozo al mirarlas;
cómo me alegra
saber que son de Cristo
divina siembra
y que las cuida
como buen jardinero.
¡Si son sus hijas!

Porque son hijas suyas,
al mismo tiempo
que en El las amo a todas,
yo las respeto;
pues sé que al verlas
debo ver ese Cristo
que vive en ellas.

Vives en ellas, Cristo,
y, ¿por qué algunas
las veo tan marchitas,
tristes y mustias?
¿Cómo es posible
que viviendo Tú en ellas
vivan tan tristes?

Si eres eterna fuente
de eterna vida
y eres un sol que todo
lo vivifica,
por lo que veo,
algo muy raro en ellas
está ocurriendo.

-Es que se olvidan, hijo,
que vivo en ellas.
Es que en su caliz llevan
divina esencia,
que en vez de darla
a su Dios, como deben,
¡ay! ¡Se la guardan!

Porque busco tu gloria,
Jesús, te pido
me dejes sacudirlas
por sus tallitos
para que suelten
esa esencia divina...
¡y a Ti la eleven!

José A. del Valle