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Libreta 3a. Pág. 153 - Obra No. 237
En sentidas Décimas se despide y agradece
a cada uno de sus compañeros el afecto
que le dieron mientras estuvo con ellos.

Despedida Mía


A mis compañeros de Galerías
Preciado, al despedirme de ellos
por partir para América.
Fraternalmente,
José Andrés del Valle.

Al fin, se despide el viejo
de esta alegre juventud
cuya perfecta salud
se le nota en el pellejo.
Él en cambio, el entrecejo
tiene bastante fruncido;
mas, no porque haya sufrido
con las artes de Fidel;
eso no hace mella en él:
es por tanto que ha vivido.

Con estos cincuenta y siete
mayos que lleva en el alma,
aunque camina con calma,
aún se siente mozalbete.
"Si estará loco el vejete"
diréis y no sin razón;
¿"no se da cuenta que son
tantos que arrugan su frente"?
No, amigos: yo solamente
me refiero al corazón.

Os lo digo y lo repito
con toda sinceridad:
cultivando la amistad,
no me gana un jovencito.
Aunque me veáis viejito,
sé muy bien lo que me digo:
En mi corazón abrigo
un mar de afecto y ternura
para quien con alma pura
me dé su mano de amigo.

Y amigos sóis: que supísteis
dármela de corazón,
en la triste situación
esa en que me conocísteis.
Todos con amor le dísteis
la mano al viejo caído.
Y el viejo es agradecido:
la mano en el pecho ha puesto,
y afirma que vuestro gesto
jamás lo dará al olvido.

Esta fraternal escena
que vivimos ahora aquí,
poética es para mi
como la Sagrada Cena.
Es apacible y serena
como aquella de la Historia.
Cristo, en aquella, en memoria,
nos dejó la Eucaristía;
esa puerta de alegría
por la que se va a la gloria.

Yo, que no puedo dejar
un tan glorioso portento,
solamente me contento
aquí con asegurar
que jamás ha de olvidar
vuestra imagen, mi memoria.
Cual en esa de la Historia,
habrá su portento aquí:
Habéis de vivir en mí
como un recuerdo de gloria.

Llevo en el alma a Chacón;
de quien sin ambajes digo
que cual Llamas, fue mi amigo,
más que Jefe de Sección.
A Balloni y a Gorjón;
Montesinos, Emilito;
Carlos el catalancito;
a Fernando el leonés;
Antonio, Rueda, Cortés,
y a Bañuelos con su hijito.

Con vosotros, "Galerías"
habrá de vivir también.
Ella con halagos cien
colmó de gozo mis días.
Ella trocó en alegrías
penas por la patria ausente.
Ella amparó diligente
al hijo del español.
Ella, como eterno sol
ha de brillar en mi mente.

Y, de España, ¿qué decir?
Que mientras me quede aliento;
que mientras el sentimiento
sienta en mi pecho latir;
que mientras de mi vivir
quede perfume a la rosa,
¡España noble y gloriosa!
Quiero prometerte aquí,
que Cuba y tú, para mi,
serán una sola cosa.

Madrid, 18 de Septiembre de 1962