Como Sombras en la Noche

Va la humanidad sedienta
de paz. Están las naciones
hace siglos procurando
regalársela a los hombres,
y recurren a asambleas,
a interminables sesiones,
a reuniones en la cumbre
y a otras artes que suponen
efectivas para darnos
la ansiada paz...pero, ¡nones!
Esclamo cuando la Prensa
leo y veo a esos señores
que gobiernan nuestro mundo,
como sombras en la noche
buscando la astral lumbrera
que despeje el horizonte
para ver si al fin vislumbran
la paz de sus ilusiones...
y, ¡esfuerzo inútil! ¿Por qué?
Porque todos se proponen
conseguirla recurriendo
a pactos y a transacciones
que tienen sólo por base
la voluntad de los hombres.
Y, como ésta es tornadiza
si Dios en ella no pone
su santa mano, la guerra
con sus fuegos multiformes
de bombas y de misiles
y fusiles y cañones,
es la que a trechos desgarra
la lobreguez de la noche.

Para conseguir la paz,
ni siquiera el santo nombre
de Dios nuestros gobernantes
en sus múltiples sesiones
invocan. Por eso marchan
con pasos tardos y torpes
por el negro laberinto
del error y del desorden.

Al verlos marchar a tientas
como sombras en la noche,
lanzo al cielo esta saeta:
“Haz que comprendan los hombres
que eres Tú, Jesús divino,
¡la paz de los corazones!

José A. del Valle
Miami, 7/15/88